sábado, 19 de julio de 2014

¡Velo inmortal!

Dicen que soy poeta quienes han creído escucharme,
más no obstante la palabra muda delata mi apariencia.
Mi vida en semifusa, caleidoscopio de mirilla.
El tiempo… un acertijo cercano a lo descifrable.
Llegaron todos los lugares.

¡Cuántas noches derramando la vida!
Embriagado entre los muslos de la noche
Excedido, aturdido, quizás un leve regocijo.
absolví entre su vientre el paradigma de la soledad.

Parí a mis hijos siameses -locura y poesía-
Un charco de alegría, una sequedad de tristeza.
Plácidos, húmedos colores.
¡Tanto humo en el pensamiento!

Me encontré envuelto entre una pintura verde
Y un lenguaje descifrable entró en mi como un susurró del viento,
Lo tamicé, le omití la trementina, lo expuse a dos lunas…
y en la difuminación del crepúsculo
escuché mi nombre cabalgando una célula viva.
“arre Poeta, arre” decía.
¡Tantas malas costumbres!

Desperté con mi nariz habitando la almohada.

Recuerdos de la bella infancia.
De la madre querida, de la mujer amada.
De los hijos que no tendré.
¡Tonto!, que nostálgico te vuelves entonces,

No olvidé las raíces aferradas al espíritu.
Al río amazonas y su pirañas.
Amaneceres húmedos sobre la cima de la esperanza,
donde habita el corazón del hombre.
Dicen algunos que el vaho que exhala su palpitar es SAGRADO.

Cuando la vida se posa sería entre el lomo del trabajo,
es porque hay una vaca tirada en el suelo
Rumiando el pasto que comió en la mañana,
Luego la mierda en forma de plasta atrae millones de moscas a los potreros.



Patas mojadas

Acabo de ver un perro,
feo, mojado y mugriento.
Escarbaba con sus patas y hocico los cestos de la basura.
Y entre una lata filosa y mal oliente
su trompa untada de sardina.
Sentí asco por su situación;
Hasta que al girar su cabeza
pude ver sus ojos tan profundos y a la vez
tan llenos de esperanza y humildad
Que solo me limité a sonreírle y a decirle:
-“Hola perro, te pareces tanto a mí.”


Nicho es el tiempo, hábitat mi ser.

De niño era hermoso, valiente e inocente.
Años después dejé de ser hermoso,
-cosas de la naturaleza-
Mi valentía se diluyó entre la sociedad
cuando salió en busca de dulces a la tienda de Anita.
Dice mi madre que me dio caries,
y mi dulce gula se volvió un pecado.
Mi inocencia quedó habitando la casa vieja
-morada de los abuelos-
Se refugió en la humedad del patio
en medio de dos muros desconchados,
Por más que lo intenté, nunca mas salió.
Marché solo a los trajines de la calle.

Años después, doy cuenta…
Que sólo conservo mi sonrisa desprevenida,
mis manos sucias, callosas, endulzadas de tiempo.
Mis ojos claros atesorando una efímera alegría de mi juventud,
y mi alma viva. ¡Más que viva!
Sigue errante, pensante, abrumada, enamorada,
Tanto peso para un niño que se ha vuelto hombre.

(171120-09Md)


Muñeca de museo

Deambulando,
entre las vías de la ciudad
llego a la calle museo,
Allí objetos usados, desbaratados y viejos,
amarillos por el sol,
en algunos solo es camuflaje de polvo y agua de lluvia.
La mayoría con sus historias perdidas,
Inertes ante el paso del tiempo,
Tal vez en busca de una nueva alegría,
como aquella muñeca de cara al sol.
Seguramente debió haber pasado por muchas manos infantiles,
por muchas pequeñas jugando a la maternidad
al lado de otras muñecas hermanas.
Estuvo limpia,
luego sucia,
de nuevo limpia, pero ya no tanto.
Tuvo diferentes nombres según el afecto,
y alguna pequeña le dio por cortarle el cabello artificial,
pintarlo, enmarañarlo, decorarlo.
Cobijarla con vestidos de variados colores,
Y hasta en lágrimas de niña pudo a verse bañado.

Pasado el tiempo la veo allí haciendo compañía a radios muertos y libros leídos incompletos.
Sin una mano, su vestido sucio, roto y levantado;
ojos apagados mal equilibrados.
¡Oh muñeca!
¿Qué haces en este sitio?
Cuánto habrás sufrido sin darte cuenta.
Cuántas niñas tristes te han dejado.
Cuantos pervertidos te vieron convertida y sin recato.
Menos mal no puedes comer,
sino serias el esqueleto de una muñeca que deambula la calle de acera en acera.
Aunque no dices nada
sabes todo de lo poco,
tu silencio te hace absoluta y deseable.
Pero no quiero pagar por ti,
súmame a tus recuerdos,
además solo estoy de paso.

-¿Señor, qué vale este libro?
-Tres mil.
-Me lo llevo.


Supongo

Supongo que ya nos habíamos enamorado.
Supongo un abrazo fortuito, una inesperada mirada.
Y en el día y su calor un vaso lleno de besos frescos.
Me bebo lo que nos me has bridado.

Supongo tu piel extendida como el océano pacifico:
olas en los gestos, huracanes gemidos.
A fuego lento
-entre la tibieza de tu vientre-
se cocina este alimento
¡Tu sabor debe ser exquisito!

Supongo este regocijo, este secreto de buscarte por todas partes
Para llevarte de la mano hasta la fuente de la “Agualegría”
Y bañarnos.

Y aun así… no me conoces.
Supongo.



Afortunado.
¡Ven perro!
Te leeré la más bella poesía
para canes que jamás
hayas escuchado
-¡Cállate…!
Dijo el perro mientras movía su cola.
“… Y sólo compárteme un trozo de pan.”


Palabra

Estuve buscando en el diccionario
-de abajo hacia arriba-
la palabra IDIOMA
y encontré primero la palabra
IDIOTEZ






Cuando amanece en Japón
Era un día iluminado, fresco y bello en Colombia
A esa misma hora la luna radiante se posaba sobre las ruinas húmedas de Japón
que minutos antes esperaba inquieto el amanecer.
Cuerpos mojados quedaron sepultados entre la tierra removida.
Lamentos subterráneos gemían atraídos por el aire,
otros se ahogaron entre los escombros inundados.

¿Qué tan alto puede llegar a medir el océano enfurecido?
Hubo una danza celeste aquella noche
Cabalgaron los tambores sobre el silencio.
Los profetas decidieron volver sobre sus textos antiguos
Y el designio del hombre se instaló en la memoria de los peces.

Tumbas bañadas en sal se erigieron sin nombre
Las oraciones se esparcieron desde todos los rincones del mundo.
Nosotros no somos la excepción entre el agua y su inquietud.
Hubo otros cantos de tristeza.

Era otro día iluminado y fresco en Colombia
Mientras a esa misma hora la luna radiante se posaba sobre las ruinas húmedas de Japón que minutos después ya no esperaba con empeño aquella mañana
Pero todavía existía la esperanza.

Dicen los libros secos
que surgirán nuevos movimientos en el firmamento.
Y que las constelaciones pronto tendrán una
sagrada e iluminada fiesta,
Y todos estamos invitados.